miércoles, 19 de julio de 2023

Escarceos con la muerte: reflexiones a raíz de "Sigo aquí", "A dos metros bajo tierra" y "Life after life"

 

Una de mis series favoritas, “A dos metros bajo tierra”, comienza cada episodio con una escena en la que alguien muere. Hay muertes estúpidas, otras muy crueles, muertes inevitables tras una penosa enfermedad, otras debido a un terrible accidente. Los protagonistas son una familia que se dedica al negocio funerario, de ahí este festival de decesos.

Aunque la muerte sobrevuela la serie, no deja de ser un “mcguffin” para recordarnos que ante la fragilidad y aleatoriedad de la vida, solo nos queda una cosa: vivir lo más satisfechos que podamos, porque nunca sabremos cuándo se acabará este juego.


Me acordé mucho de “A dos metros bajo tierra” leyendo “Sigo aquí”. Se trata de un conjunto de relatos autobiográficos, algunos de solo 4 o 5 páginas, otros más largos, donde la escritora irlandesa recuerda experiencias cercanas a la muerte que ha sufrido, o al menos donde su integridad física se vio amenazada (o así lo creyó ella). Cada capítulo se titula e ilustra con la parte del cuerpo que corrió peligro (por un virus, una enfermedad rara, un accidente, un parto por cesárea, e incluso encuentro con criminales…).




El libro se cierra con el que, para mí, es el mejor relato de todos, el dedicado a su "Hija", que, evidentemente, se titula así. Porque fue parte de ella. Porque sigue siendo parte de ella.

Una narración bellísima y delicada, escrita desde un lugar muy profundo, el de la aceptación, porque no le queda otra, de una madre ante el dolor y el peligro que sufre su hija debido a varias alergias potencialmente mortales. Es la aceptación de que no puede vivir en una burbuja de cristal, y que necesita vivir y disfrutar de la vida como cualquier otro niño. Es la aceptación de que cualquier momento puede ser el último.



Curiosamente, alterné la lectura de este libro con una miniserie que también os recomiendo, “Life after life” (se puede ver actualmente en Filmin bajo el título de "Una y otra vez"), con una estupenda Thomasin McKenzie en el papel principal, en la que de nuevo se utiliza la muerte como excusa para hablarnos de la aceptación del destino, de que todo lo que nos pasa, sea bueno o malo, es parte inevitable de estar vivos (el “amor fati” de Nietzsche).


Me pareció una casualidad preciosa 💖

sábado, 1 de julio de 2023

Película: Weekend (2011)


Esta película sigue la relación entre Russell y Glen, dos chicos que se conocen un viernes noche y que deciden pasar el fin de semana juntos, sin sospechar que lo que empezó siendo un rollo de una noche podría convertirse en algo más.


Esta película británica ambientada en Nottingham tiene en su sencillez y sensibilidad (que no sensiblería) sus mejores armas.

Mientras la estaba viendo había momentos que llegaba a sentirme casi como una voyeur, y es que está rodada de una forma tan íntima y cercana que llega a parecer real, como si estuvieras viendo alguna cinta casera encontrada casualmente. 

Los dos protagonistas (Tom Cullen, de Downtown Abbey, Black Mirror y Un mundo sin fin... y novio de Tatiana Maslany); y el menos conocido Chris New) realizan un trabajo encomiable, construyendo dos personajes muy diferentes entre sí, pero que encajan de una manera asombrosa. Russell es un chico sensible, discreto y afable, mientras que Glenn es una persona más sociable, apasionada e incluso polémica, alguien a quien le gusta discutir y reflexionar sobre las injusticias y sobre cualquier asunto en general.

La película rebosa verdad por los cuatro costados. Los diálogos fluyen de una forma tan natural que parece que no existe guión, sino que los actores simplemente se dejan llevar en su charla y van pasando de un tema a otro sin ningún tipo de artificio. Me recordó ligeramente a ese Antes del amanecer de Richard Linklater, primera parte de su gloriosa trilogía, porque todo se reduce básicamente a eso: dos personas que se acaban de conocer, y a través del diálogo (y en Weekend también a través del sexo... y las drogas) van dándose cuenta poco a poco de que hay demasiada química entre ambos como para dejarlo pasar como un simple rollo de una noche. El problema es que desde muy pronto nos enteramos de que esta relación tiene fecha de caducidad, y es por ello que se va haciendo cada vez más doloroso ver cómo los chicos se van enganchando el uno al otro lentamente y muy a pesar de sí mismos y de sus circunstancias.
When I’m at home I’m absolutely fine.Completely. I don’t care and I don’t even think about it. I just…I’m not embarrassed.
De todos modos en este caso no sólo vamos a ser testigos de la intimidad de esta pareja en ciernes, sino que también tenemos la oportunidad de ver cómo se comportan en público, qué relación tienen con otras personas. Así, por ejemplo, vemos que Russell no parece estar muy a gusto con sus compañeros de trabajo o con su pandilla de colegas heterosexuales, o más bien la pandilla de su mejor amigo, a quien conoce desde que era un crío. Es curioso que este mejor amigo, a quien conoce desde que era un crío, no esté al tanto nunca de cuál es la vida amorosa de Russell, pese a que éste no le oculte su homosexualidad. Es como un tema tabú, más por parte del propio Russell que de su amigo.

Frente a eso, Glenn tiene muchísimos amigos, mayoritariamente gays, con quienes sale a las discotecas y pubs, y con quienes, quizá, tiene una relación un tanto superficial. 

La película, aunque huye de estereotipos, establece un debate sobre lo que significa ser homosexual hoy en día, con geniales frases y pensamientos por parte de Glenn, como cuando dice que cualquier heterosexual puede ir dándose besos con su novia por la calle y la mayor parte de la literatura y cine está hecho desde un punto de vista heterosexual, y aún así se ofenden si un homosexual muestra su amor en público. Pero hay otros
 temas que se tratan en la cinta: el arte contemporáneo, las ambiciones, el compromiso o la falta del mismo en la sociedad actual...
Oh, the gays. We mustn’t upset the straights. Shh! Watch out, the straights are coming… Let’s not hold hands, let’s not kiss in the streets.
Detrás de esta maravillosa película está el director británico Andrew Haigh, en el que supone su segundo trabajo en la pantalla grande, y quien ahora tiene pendiente de estreno una serie para la HBO titulada Looking, cuyo tráiler pude ver la semana pasada y que sin saber en ese momento quién era el responsable, supe al instante que tenía que ser de Haigh, ya que la serie tiene una estética y temática muy similar a este Weekend. Ahora que he confirmado que Andrew Haigh está detrás de esa serie, me han entrado unas ganas terribles de verla cuando se estrene, no dudo de que será una serie a tener en cuenta. 

Es una pena que el cine o las series gays suelan ser tan minoritarias, como si una persona heterosexual pensara que no hay nada en esos productos que le incite a verlos, pero os aseguro, centrándome en el caso de este Weekend, que la historia de amor lo sobrepasa todo, pudiendo emocionar perfectamente a cualquier persona, sean cuales sean sus gustos.

La banda sonora de la cinta es casi inexistente, pero destacan en ella un par de bellas canciones de John Grant, como I wanna go to Marz.

No os lo penséis dos veces y echadle un ojo a esta película, una de las mejores que he visto este año, y de las más románticas también. Desde que se estrenó no ha recibido más que elogios de diferentes medios de comunicación, y también premios en varios festivales, totalmente merecidos porque es una cinta tan pequeña y a la vez tan grande, que deja huella, sobre todo después de ese bellísimo y emotivo final del que hay millones de gifs en tumblr.


Lo mejor:
La historia de amor sin caer en la ñoñería, los actores, su naturalismo.

Lo peor:
No me gustó que los protagonistas consumieran tanta droga.



Mi puntuación:

¿Habéis visto Weekend? ¡Contadme vuestras opiniones!
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