sábado, 25 de septiembre de 2021

¿Conocéis el Baile del Sambola? Damsels in Distress (2011)

Whit Stillman no se prodiga mucho en el cine. De hecho, desde su debut en 1990 con la excelente Metropolitan, sólo ha estrenado tres películas más, a saber: Barcelona (1994), The Last Days of Disco (1998), y la peli que os quería mencionar ahora, Damsels in Distress (2011).



Violet, Heather y Rose son una terna de universitarias pertenecientes al campus Seven Oaks, que pretenden ayudar sus compañeros a salir de la depresión a través de unos métodos un tanto peculiares. Con el comienzo de curso conocen a una nueva estudiante, Lily, a quien decidirán adoctrinar en su causa.


Vi esta película hace ya un par de meses, pero es tan absorbente su universo que, pese a sus defectos, aún la recuerdo positivamente a día de hoy.

Es difícil ubicar esta cinta en un género, porque aunque a primera vista parece una simple comedia juvenil, no tiene nada que ver con eso, aunque tampoco es una parodia del género. Es más bien una película que juega muchísimo con la ironía, contando la historia de Violet (Greta Gerwig) y sus compañeras de la Universidad, chicas conservadoras con quienes viviremos experiencias amorosas y sexuales de toda índole.



Como digo, a simple vista podría parecer un entretenimiento un tanto banal, pero la gracia radica en un guión repleto de frases matadoras, que te hacen sacar más de una sonrisa, de ideas extravagantes, y de situaciones bastante originales a mi entender.
We're also trying to make a difference in people's lives, and one way to do that is to stop them from killing themselves.

La película se siente un tanto anacrónica, porque hay veces que las protagonistas parecen sacadas de los años 40 o 50, pero realmente está ambientada en la actualidad. Violet y sus amigas presiden un club anti-suicidio en el campus, donde ofrecen, (atención) clases de claqué a lo Fred Astaire, y esponjosos donuts. Por supuesto, habrá más de una persona que se acerque al centro sólo por una merienda gratis, pero eso no descorazona a nuestras idealistas protagonistas, que llegan incluso a establecer una correlación entre el número de suicidios y la higiene personal (según su forma de ver las cosas, si utilizas un jabón deliciosamente perfumado es imposible tener tendencias suicidas).



Viendo la cinta me vino a la mente en varias ocasiones que las chicas podrían ser las protagonistas veinteañeras de alguna película de Woody Allen ambientada en la Universidad. Puede que alguna de sus ideas se sienta un tanto trasnochada y pequen de prejuiciosas, pero me encanta que sean capaces de debatir de forma orgánica los temas, y que defiendan con tanta pasión sus puntos de vista. Y, pese a todo, hay que lanzar una lanza en favor de una Violet a quien no se le caen los anillos para reconocer que pueda estar equivocada en sus opiniones.
Do you know what's the major problem in contemporary social life? The tendency to always seek someone cooler than yourself.


Lo que más me ha gustado ha sido el particular universo en que se desarrolla la cinta, con ese ideal campus universitario no exento de problemillas (los suicidas, los típicos tíos aprovechados, y los "bárbaros", entre otros), el vestuario de las chicas, sus reuniones en las habitaciones o paseando por los jardines, y por supuesto, el gran altruismo inocentón que tiene Violet. Aparte, por supuesto, de su genial invento, el Baile del Sambola. ¿No lo conocéis aún? Pues os dejo un vídeo para que os aprendáis bien los pasos y dejéis a todo el mundo boquiabierto en vuestra próxima reunión social. 



Mi puntuación:


¿No os ha dado un subidón de buen rollo y optimismo tras ver el vídeo?

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Sentido y sensibilidad (BBC, 2008)


Esta última semana he podido ver esta miniserie de tres episodios basada en la novela de Jane Austen, que la BBC emitió en 2008. No quisiera compararla demasiado con la película de Ang Lee de 1995, más que nada porque esa película es una de mis favoritas de siempre (como algunas otras más de ese mismo director, por cierto), y Emma Thompson y Kate Winslet son dos de mis actrices fetiche. De todos modos, la serie está bastante bien y las interpretaciones son buenas (Janet McTeer y David Morrisey hacen un gran trabajo, aunque todos los actores están bien).


La historia de Sentido y sensibilidad es, supongo, bastante conocida. A la muerte del padre de familia, la señora Dashwood y sus tres hijas se ven despojadas de su hogar, que pasa por herencia a su hermanastro y la horrible familia de éste. La viuda y sus hijas deben mudarse a una casita más acorde con su nuevo estatus económico y social, y en medio de esta vorágine de cambios, Elinor y Marianne conocerán el amor en distintas circunstancias.

Elinor es la hermana mayor, responsable,  con un gran sentido común. Siempre sabe estar en su sitio y se guarda sus sentimientos para sí misma. Tiene los pies en la tierra. Marianne es por encima de todo un ser pasional. Lo vive todo con intensidad. Le gusta la música y la poesía. Es romántica y muy sensible, aunque con una visión del amor demasiado idealizada.


Elinor está interpretada por Hattie Morahan, mientras que el papel de Marianne recae en Charity Wakefield. Se trata de dos actrices bastante desconocidas en España, aunque la serie cuenta con la presencia de actores más mediáticos, como los anteriormente nombrados Janet McTeer y David Morrisey, o Dominic Cooper. 

Una de las cosas que más me ha gustado de la serie (bueno, de cualquier serie de época, para qué nos vamos a engañar), es la oportunidad de ver esas casas tan increíbles que tanto se prodigan en Inglaterra. ¡Daría lo que fuera por poder recorrerme todas y cada una de ellas! Allenham es una pasada, pero Barton Cottage está ubicada en un lugar tan privilegiado y es tan mona... 


En este enlace podéis ver qué localizaciones utilizaron en la serie, por si os interesa saber dónde están, o por si tenéis la oportunidad de hacer algún viaje y os interesa visitar alguna de estas casas

Los personajes secundarios son geniales. Sobre todo la señora Jennings y Sir John Middleton, dos paletos con dinero que no paran de cotillear e intentar que las hermanas Dashwood se casen, aunque no tienen ninguna mala intención. De hecho, como alivio cómico de la trama son la bomba. Luego está Fanny Dashwood, que es una víbora de cuidado, y cuyo marido es un pelele a quien no hace falta convencer mucho para que acabe por no dar a sus hermanas ni un penique. Siempre tiene que haber un personaje a quien odiar con todas nuestras fuerzas. Entre ella y su madre está cubierto el cupo, sin duda (y un poquito también para Lucy Steele, ¿no?).

Pero si en algo destaca Sentido y sensibilidad, es en las historias de amor que retrata, tan distintas entre sí, pero todas y cada una de ellas son capaces de transmitirnos algo precioso...


El primer amor de Marianne es Willoughby, quien se presenta como un joven tan apasionado por la vida como ella, pero pronto nos damos cuenta de que tiene mucho que ocultar. Interpretado por Dominic Cooper, que hace un buen papel, pero me quedo con el que interpretó Greg Wise en el cine. Aún asi, su historia de amor está mucho más desarrollada en la serie, incluyendo esa romántica visita a la casa de la tía de Willoughby, Allenham.

Pero son dos las relaciones  que se te quedan grabadas una vez has conocido la historia por completo: la de Marianne y el coronel Brandon, y, por encima de todas, la de Elinor con Edward Ferrars. 








La primera es un tenso momento en el cual ya se ha desvelado que Edward estaba comprometido a otra, pero se hace evidente que ama a Elinor aunque no pueda decirlo. Y viceversa. La otra escena es la final, que me tocó la fibra sensible, al igual que me pasó con la película, que cada vez que la veo se me saltan las lagrimillas.

La serie está repleta de imágenes evocadoras. Desde los planos generales que nos enseñan paisajes donde predomina el verde intenso, o las impresionantes vistas con que cuenta la modesta casita de campo Barton Cottage; hasta los pequeños detalles como las manos o los libros (el que regala Edward a Elinor, en cuya dedicatoria no puede más que llamarse a sí mismo su "amigo"). ¿Y qué me decís de todos esos planos en que se ven a los personajes de espaldas o sólo se insinúa su figura? ¡Me chiflan!


El final de la serie me ha gustado bastante porque muestra de una manera bastante gráfica esa diferente concepción del amor que tienen las dos hermanas. Por una parte, Marianne tratada como una princesa por su Coronel, que la lleva en brazos hasta su gran mansión mientras la mira embelesado. Por otra, una Elinor que es completamente feliz en su modesta casita con Edward, rodeados de animales de granja. No necesitan nada más. Se tienen el uno al otro.

Por último, os dejo este enlace a una genial entrada del blog Jane Austen in Vermont, donde se realiza un detallado listado sobre las posesiones y renta de cada familia que aparece en Sentido y Sensibilidad. ¡No le falta detalle!



¿Habéis visto esta miniserie de la BBC? ¿Qué os pareció?

viernes, 5 de marzo de 2021

Libro: Llama a la comadrona (Jennifer Worth)


Jennifer Worth narra su propia historia como enfermera comadrona trabajando en el convento de San Ramón Nonato, en la miserable zona del East End londinense de los años 50. 


Hoy os voy a hablar de este libro que he tenido la suerte de disfrutar enormemente el mes pasado y que me ha resultado toda una delicia. Leyendo las vivencias personales de Jennifer Worth como comadrona en San Ramón Nonato he pasado unos ratos muy amenos, a veces divertidos, otros sobrecogedores, y, sobre todo, he aprendido muchísimo. He aprendido cómo era la vida cotidiana en los barrios más desfavorecidos del Londres de la posguerra, así como cuáles eran los métodos y recursos médicos de la época. La autora nos va explicando con todo detalle todos estos aspectos, pero en ningún momento se hace pesado, sino al contrario, porque lo cuenta de una manera tan apasionante y vívida que casi podía verme a mí misma recorriendo junto a ella las calles y lugares, y viendo, oliendo y tocando cada objeto como si estuviera allí presente. 

Me he quedado boquiabierta más de una vez en el transcurso de esta lectura, porque hay cosas que si no llegas a saber que son los recuerdos reales de la autora serían imposibles de creer. Recuerdo por ejemplo la historia de Conchita Warren, una española que pese a llevar la mayor parte de su vida viviendo en Londres no sabe una palabra de inglés ya que está dedicada por completo al cuidado de sus... ¡25 hijos! Esta es una historia de las que te hace sonreír y creer que el amor no tiene por qué tener siempre fecha de caducidad. Es tan bonito imaginar a ese devoto esposo suyo, Len, desviviéndose por ella aunque no compartieran el mismo idioma... 

Recuerdo también a la desdichada Mary, una jovencita que emigra a Londres huyendo de las garras de su padrastro para toparse con una situación aún más pesadillesca si cabe. Al hilo de esta historia os quiero avisar de que este Llama a la comadrona no es un libro amable y pasteloso, como quizá podría parecer a priori. Al contrario, la novela contiene muchos momentos que podrían considerarse incómodos. La autora no desdeña las descripciones más explícitas en cuanto a los partos o a las condiciones insalubres en que viven algunas de las personas a quienes trata. Y en el caso concreto de Mary, lo pasé bastante mal con toda su historia, y concretamente con el momento en que es obligada a limpiar los baños por donde han pasado decenas de borrachos, y que nunca habían sido lavados en condiciones.
Si sólo nos hubiésemos cruzado sin llegar a conocernos (...) las más hermosas historias de amor no tendrían significado alguno para mí. No podemos comprender aquello que no hemos vivido en carne propia.

No sé si lo sabéis, pero actualmente estoy cursando la carrera de Estudios Ingleses, y este primer semestre me he examinado, entre otras asignaturas, de una dedicada a la historia de Inglaterra. En mi manual se hablaba de pasada de las casas de trabajo (workhouses), diciendo de ellas que se crearon para dar trabajo y refugio a las clases más bajas de la sociedad inglesa, pero que todo el mundo les tenía miedo y acudían a ellas como su última opción. La casualidad quiso que entonces leyera un capítulo dedicado precisamente a estos lugares en Llama a la comadrona, y entonces comprendí completamente el por qué de ese pánico. El trato que se le daba a esas personas era abusivo e inhumano. Se me ponen los vellos de punta sólo de recordar ese capítulo.

Lo curioso es que pese a que el libro esté repleto de pasajes donde la injusticia y la amargura hacen acto de presencia, el regusto que acaba dejándote es bastante satisfactorio. La autora nos contagia su amor por su trabajo y su cariño hacia sus compañeras y las monjas del convento y finalmente te ocurre como a las mujeres cuando dan a luz: te olvidas de los malos momentos y sólo recuerdas lo bonito.

El libro se va centrando en cada capítulo en las condiciones de vida, problemas personales y dificultades de las diversas pacientes de la protagonista. También hay capítulos donde se profundiza en algunas compañeras de profesión de Jenny, como la peculiar Chummy, una chica poco agraciada físicamente que decidió hacer caso a su vocación en lugar de seguir el camino de rosas que habían trazado para ella sus pudientes progenitores. O las monjas del convento, como la anciana y deslenguada Sor Monica Joan, la extravagante Sor Evangelina o la dulce y comprensiva Sor Bernadette.  

Cuando leía el libro pensé que era lógico que la hubieran adaptado como serie televisiva, porque su estructura en capítulos generalmente independientes unos de otros es perfecta para ello. Pese a ello, la figura de la narradora siempre está muy presente, haciéndonos partícipes de sus sensaciones y pensamientos en todo momento. Su evolución y crecimiento personal a lo largo de las páginas es muy alentador. Al principio es una jovencita egocéntrica y poco empática que no comprende que haya personas que dediquen su vida a Dios. Pero con el paso de los años va conociendo, queriendo y aprendiendo a respetar a las monjas del convento. Aunque yo soy atea, me ha emocionado bastante el camino hacia el descubrimiento de Dios que sufre la protagonista.

¿Cómo podía ser que para las monjas encerrara nada menos que el significado de la vida y para mí no fuera más que una pieza dramatúrgica con una buena puesta en escena?
Este libro es el primero de varios que escribió Jennifer Worth, y de momento creo que es el único que se ha editado en español. Espero y deseo que la editorial Lumen se anime a traducir el resto, porque me encantaría leer nuevos casos y situaciones que vivió Jenny Lee (así se llamaba la autora antes de casarse), y además hay ciertos personajes de los libros de quienes me he quedado con muchas ganas de saber más.  ¡De momento tengo unas ganas tremendas de ver la serie! Así que aunque no tenía previsto verla este año quizá acabe haciéndole un huequito...

En conclusión, os recomiendo vivamente que os leáis este libro, repleto de humanidad y amor a la vida, porque estoy segura de que os encantará tanto como a mí. Aunque sólo está comenzando el año, estoy segura de que va a ser una de mis lecturas favoritas de 2014. Un auténtico gustazo.



Mi puntuación:

¿Habéis leído Llama a la comadrona? ¿Y habéis visto la serie? ¿Cuál es vuestra opinión sobre ambas?


Fuentes de las fotos: 
Foto 2 (Jennifer Worth de joven), foto 3 (una comadrona haciendo ronda) foto 4 (casa de trabajo de Poplar), foto 4 (la verdadera Chummy), foto 5 (comadronas subiéndose en sus bicicletas para comenzar su jornada laboral)
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