miércoles, 28 de diciembre de 2022

Serie: Jane Eyre (BBC, 2006)



Esta es la historia de Jane Eyre, quien tras pasar la niñez en un frío orfanato encerrada por su horrible tía, consigue emprender una nueva vida cuando es aceptada para trabajar como institutriz en la mansión de Thornfield Hall. Allí debe cuidar a la pequeña Adele, ahijada del solitario Mr. Rochester, con quien poco a poco va descubriendo que tiene una gran afinidad.



No sé si voy a ser capaz con esta entrada de hacerle justicia a esta espléndida miniserie que tuve la suerte de ver hace varias semanas. Es tan maravillosa que me temo que me vaya a quedar corta, o que no sea capaz de expresar todas las emociones que sentí mientras la veía, o que no inspire en quien me lea las ganas de tenerla en su poder. 

No he visto todas las adaptaciones que se han hecho de Jane Eyre, ni mucho menos, pero lo que sí puedo afirmar es que, de todas las que yo he visionado, esta es sin duda la mejor adaptación de la novela de Charlotte Brontë. Es la conjugación perfecta de elementos tales como una emocionante banda sonora, una bonita fotografía, unos actores en estado de gracia, un guión sobresaliente, unos paisajes evocadores, y una historia potente que es aprovechada al máximo por la directora Susanna White (que ejerció esta labor asimismo en Bleak House, Parade's End, y algunos episodios de Generation Kill y hasta de Boardwark Empire) y la guionista Sandy Welch (responsable de otras geniales adaptaciones como Emma o Norte y Sur).

La protagonista de la serie no es otra que Ruth Wilson, una chica de quien en un primer momento no pude evitar desconfiar un poco, quizá por ese rostro tan peculiar que tiene, quizá porque al fin y a cabo fue su primer trabajo como actriz (ahora es bastante popular gracias a Luther). Nada más lejos de la realidad, porque Ruth realiza un trabajo extraordinario, merecedor incluso en su momento de la nominación al Globo de Oro y al BAFTA. La chica dota al personaje de una gran fuerza, siendo capaz de transmitirnos la pasión reprimida de Jane Eyre con sólo una mirada, un gesto, una media sonrisa... y por supuesto mediante la palabra. Porque la serie está repleta de frases dignas de enmarcar. 


Jane Eyre es un personaje admirable. Me fascina cómo una chica que ha sufrido una infancia tan dura y desprovista de cualquier atisbo de cariño, se acabe convirtiendo en una persona tan íntegra, bondadosa y carente de todo rencor. Sin lugar a dudas es uno de mis personajes literarios predilectos, porque además de todo lo dicho, es una joven culta, inteligente, con iniciativa, empática, vehemente cuando ha de serlo y discreta cuando la situación lo requiere. Y por supuesto no es pobre, no es oscura, no es simple y no es pequeña. Me encanta la forma en que trata a la pequeña Adele, y sobre todo, las conversaciones que va desarrollando con Mr. Rochester, que evolucionan desde el respeto y cierto temor hasta la camaradería y comprensión mutua.

I am no bird; and no net ensnares me: I am a free human being with an independent will.
¡Hablemos de Mr. Rochester! El último actor que había visto interpretándolo fue el afamado Michael Fassbender, pero después de haber visto a Toby Stephens en esta adaptación de la BBC me quedo con el segundo. Creo que fue una elección perfecta, y que difícilmente este intérprete va a conseguir otro papel a la altura de este. Creo que tiene ese toque justo de atractivo sin pasarse (y no puedo evitar sonreír al recordar este momento: 'Do you find me handsome?' 'No sir'). 


Toby da vida a un Mr. Rochester que, pese a sus ocasionales arranques de ira y su pesadumbre, te acaba enamorando de la misma manera en que cautiva a Jane. Porque el verdadero Mr. Rochester está en esos fugaces destellos de alborozo, en esas frases ingeniosas y con un punto de sarcasmo que de vez en cuando propina a Jane, en esa mirada que brilla de repente cuando recuerda sus antiguos viajes alrededor del mundo. Y nosotros somos los únicos, junto a la propia Jane, que conseguimos vislumbrar esa otra parte de él que para el resto de los mortales está vetada tras ese ceño fruncido, a causa de ciertas desdichas en su vida que iremos conociendo a lo largo de los episodios y que nos harán comprender totalmente su situación e incluso compadecernos de él.


La miniserie juega constantemente a causarnos intriga, ya que desde un primer momento queda claro que algo turbio se esconde en la majestuosa Thornfield Hall. En este sentido hay varias escenas un tanto inquietantes, con un ambiente tétrico, que dotan a la serie de un punto diferenciador con respecto a otras adaptaciones de época, como por ejemplo las de Jane Austen, que suelen ser más optimistas, divertidas y luminosas. Este aspecto sería varios años más tarde mucho más desarrollado por Cary Fukunaga en su adaptación de 2011.

You’re lucky Miss. Eyre, if you do not love another living soul then you’ll never be disappointed.
Pese al ambiente tenebroso de la mansión y pese al pasado tortuoso de ambos protagonistas, Jane Eyre nos cuenta una bellísima historia de amor, de esas que te arrancan sin que te des cuenta alguna que otra lágrima de emoción. Que en una situación tan oscura reluzcan unos sentimientos tan hermosos, es algo que me conmueve profundamente. Al fin y al cabo se trata simplemente de dos almas que en medio de un mar de adversidades quieren y necesitan, amar y ser amadas.


Pero Jane Eyre no sólo nos cuenta una historia de amor, sino que nos habla ante todo de una chica que consigue realizarse como persona en una época donde las mujeres no las tenían todas consigo. Y una vez ha alcanzado tal logro, que aún hoy en día hay gente que no es capaz de conseguir, Jane descubre que, además, ha encontrado por fin su lugar en el mundo. Thornfield Hall puede dar la impresión de ser una mansión fría y lúgubre, y desde luego son muchos los personajes que no han sido nada felices ahí dentro... y sin embargo para Jane significa lo más grande que puede haber para cualquier persona: un hogar. Cuando vemos los planos de la mansión desde la perspectiva de Jane, incluso nosotros mismos la observamos con todo el cariño que ella le profesa, consigue contagiarnos con su entusiasmo.  
I owe a debt to my friends at Thornfield Hall. In many ways, I started my life there. I became Jane Eyre. 
Podría hablar de muchísimas cosas más, de ciertas escenas en concreto que me robaron el corazón, como (arrastra el ratón si has visto la serie) la declaración de amor de Mr. Rochester a Jane cuando ésta le confiesa que no podrá vivir lejos de él, o el entusiasmo con que Jane recibe la noticia de que tiene tres primos en contraste con la frialdad al enterarse de que es millonaria; o el reencuentro con un Mr. Rochester ciego y cojo, o escenas como aquella en que Jane afirma que sólo se casaría por amor, o como esa otra en que Mr. Rochester les dice a todos, una vez descubierto su secreto, que era imposible no amar a una criatura tan inocente y pura como Jane. Pero no lo haré. Bueno, en realidad acabo de hacerlo. Tengo poca fuerza de voluntad...

En fin, se trata de una serie que se ha convertido desde ya en mi favorita de todas las que he visto de la BBC. Me ha enamorado y sé que serán muchas veces las que volveré a verla, y que seguramente en todas me vuelva a encoger el corazón.



Lo mejor:
¿Es necesario elegir? Ruth y Toby (quien por cierto, es hijo de la gran dama de la interpretación Maggie Smith), la banda sonora, la sensibilidad con que está contada la historia.

Lo peor:
Cierta sensación de impotencia que te invade cuando conoces ciertos misterios del relato... El sentimiento de culpa inculcada por la religión que tenían nuestros antepasados es digna de estudio, desde luego. Pero esto no es algo propio de la miniserie, sino de la novela y, en general, de la época en que se desarrolla. Por tanto, lo peor de esta miniserie es... ¡¡nada!!

Mi puntuación:

¿Habéis visto Jane Eyre? ¿Qué os pareció? ¿Compartís mi pasión o creéis que es desmedida? 
¡Acepto todo tipo de opiniones!


Fuentes de las fotos: (1), (2), (3), (5), (4), (6), (7), (8), (9)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...